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Piel Sensible
La piel sensible se caracteriza por una reactividad excesiva a factores ambientales, productos químicos, fragancias y otros irritantes, lo que puede resultar en rojeces, picazón, ardor y sensación de tirantez. Este tipo de piel tiene una barrera de protección más débil, lo que la hace susceptible a las agresiones externas y puede causar inflamación o reacciones alérgicas con mayor facilidad.
El cuidado de la piel sensible requiere una selección meticulosa de productos formulados para minimizar el riesgo de irritación. Los productos hipoalergénicos, libres de fragancias, parabenos, alcohol y otros irritantes son los más adecuados para este tipo de piel. La rutina de cuidado debe centrarse en fortalecer la barrera cutánea, usando limpiadores suaves y no espumosos que no despojen a la piel de sus aceites naturales, junto con hidratantes que contengan ingredientes calmantes como la aloe vera, la alantoína, la niacinamida y los extractos de té verde.
Es fundamental para la piel sensible evitar productos con ingredientes agresivos o abrasivos, como los exfoliantes fuertes o los alcoholes secantes, y optar por exfoliaciones suaves y menos frecuentes. Además, la protección solar es crucial para evitar la irritación y el daño causado por la exposición UV, prefiriendo filtros solares físicos (como el óxido de zinc y el dióxido de titanio) que son menos propensos a irritar.
Las personas con piel sensible deben realizar pruebas de parche con nuevos productos antes de usarlos completamente, para asegurarse de que no causen reacciones adversas. Mantener una rutina de cuidado simple pero efectiva, sin cambiar frecuentemente de productos, ayudará a mantener la piel sensible en buen estado, minimizando la posibilidad de irritación y manteniendo la piel calmada y protegida.